La libertad interior no está en ninguna parte que no sea en uno mismo, y por ello pasa necesariamente por el conocimiento propio. Tiene un carácter integral, significa un desarrollo es completo y no parcial por que alcanza al cuerpo, a la mente, a las emociones, a las energías y al comportamiento. Requiere necesariamente el apoyo de la motivación, del esfuerzo, de la atención consciente y de la ecuanimidad. Es moral y necesita del entendimiento correcto y de la sabiduría.
La libertad interior es una bella virtud que florece de la vida espiritual. Se despliegan juntas, en un proceso gradual, mediante el cual se va liberando el ser humano de sus oscurecimientos y ataduras.
Pero la libertad interior también es fruto del desapego a las cosas materiales. Bien dice nuestro Señor y Salvador (Marcos 4:19):
... pero las preocupaciones de este mundo, el engaño de las riquezas y la
codicia de otras cosas se entremeten y ahogan la palabra, y queda sin
fruto.
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