Nuestra misión...

Guiar a los ciegos por un camino que no saben, conducirlos por sendas que no han conocido; delante de ellos tornar las tinieblas en Luz y enderezar entuertos. Obrar así con ellos y no desampararlos.
Ejercitemos la Caridad, mantengamos la Esperanza y caminemos con Fe ...

domingo, 30 de septiembre de 2007

LA PALABRA PERDIDA VS. LA PALABRA ENCONTRADA

C. D. Molina García
Lo masónico tiene que ver con lo espiritual.
Ya desde las Logias azules —el Antiguo Gremio: Ancient Craft— se enseña al hermano que el pase del grado de aprendiz al de maestro implica “pasar” de la escuadra al compás, o dicho de otra forma: del occidente al oriente de la Logia. La escuadra alude a lo material, es decir, la condición tosca y baja de la naturaleza humana; el compás refiere justamente lo contrario, lo espiritual, o sea, lo esencial de la naturaleza humana, sublime, lo elevado. La esencia de la masonería radica en el mensaje de espiritualidad que da a sus miembros y ello refiere indudablemente una visión interna que explora el proceso de perfección del individuo. Cuando se menciona “la Palabra” como elemento central de la búsqueda masónica —y ubicada en el contexto de su pérdida y posterior hallazgo— tenemos que ligarnos al sentido profundo del símbolo y al significado ahí contenido. ¿Qué queremos decir, entre muchas cosas, con que la Palabra se perdió y luego se reencontró?
El gran teórico ruso, literato y filósofo lingüístico, Mijail Bajtin, escribía en algún texto traspapelado en mi biblioteca que nosotros somos una generación privilegiada, pues hemos heredado el don de la palabra. El lenguaje no lo hemos construido nosotros, sino que nos ha sido transmitido a través de la historia por generaciones milenarias que lo fueron formando desde hace millones de años. Tenemos la gracia de expresar el mundo con símbolos cuyos significados misteriosos se han formado en nuestras mentes sin haber participado en su elaboración. No somos capaces, dice Bajtin, de impresionarnos con la maravilla del lenguaje y de la palabra; con la palabra expresamos el mundo, lo aprehendemos y lo hacemos nuestro, a la vez qué el nos atrapa a nosotros. El mundo —la realidad— es una construcción del lenguaje, y por ello perder la palabra es también perder el mundo, en tanto perdemos su significación y la capacidad de vincularnos con las cosas. Por ello, cuando perdemos la palabra perdemos también el sentido de la vida, sino es que la vida misma, y el hombre se sume en las tinieblas de la incivilización. En este sentido, la Palabra masónica insinúa la condición humana en sus realidades más profundas, pues no se trata, simplemente, de una expresión formal e histórica, sino de un llamamiento de la vida interior, de una estructura sin la cual nos sería imposible ser nosotros y reconocernos a nosotros mismos a través del reconocimiento y exploración del mundo.
Encontrar la Palabra es hallarnos a nosotros mismos, es reencontrarnos con lo que somos e implica un reconocimiento de nuestra propia condición. Sócrates lo habría dicho mejor: conocernos a nosotros mismos. De ahí que el simbolismo de «la Palabra», del Verbo, no es en la Masonería un simbolismo menor, sino la esencia misma de la búsqueda y del aprendizaje masónico. La búsqueda de la Palabra es el paso del hombre de la barbarie a la civilización, de la tosquedad a la fineza de cuerpo y del alma. Por su parte, René Guénon, en su texto en Palabra pedida y nombres sustitutivos , nos dice:
"Es sabido que en casi todas las tradiciones se alude a algo perdido o desaparecido que, sean cuales sean las formas con las que se lo simboliza, tiene en el fondo siempre el mismo significado; podríamos incluso decir que los mismos significados, ya que, como en todo simbolismo, hay varios, aunque por otra parte estrechamente emparentados entre sí. En realidad, se trata en todos los casos de una alusión al oscurecimiento espiritual que, en virtud de las leyes cíclicas, sobrevino en el transcurso de la historia de la humanidad: es ante todo la pérdida del estado primordial, y también, por una consecuencia inmediata, la pérdida de la tradición correspondiente, pues dicha tradición no era sino el propio conocimiento, implícito esencialmente a la posesión de ese estado Este es otro sentido de la perdición de la Palabra".
En efecto, de la Masonería se dice que es una propuesta iniciática de desarrollo personal. La Institución masónica —la Orden— esta en consecuencia llamada a generar los sistemas necesarios para transmitir la Iniciación, esto es, el conocimiento de la tradición. Sin embargo, para muchos tratadistas masónicos, la Palabra en la Orden esta perdida, esto es, la tradición iniciática real y verdadera se ha perdido desde hace mucho y las enseñanzas esotéricas —tanto como el espíritu de la Iniciación real— se hallan igualmente extraviadas, de toda suerte que las Logias masónicas contemporáneas no son sino espejismos de la Luz verdadera y sus rituales meros cascarones de la Iniciación. Recuperar la Palabra, en este sentido, es reconquistar para la Orden su verdadera esencia iniciática y espiritual y alejarla de las pretensiones “ideológicas” profanizantes de los políticos y los agoreros del “liberalismo”.
Veamos otra interpretación del simbolismo de la Palabra, su pérdida, recuperación y preservación: En efecto, la "Palabra Sagrada" del grado es claramente una "palabra sustituta", y por lo demás es así como se la considera; además, esta "palabra sustituta" es de una especie muy particular: ha sido deformada de muy diferentes maneras, hasta el punto de llegar a ser irreconocible.; de ella hay diversas interpretaciones, que accesoriamente pueden presentar un cierto interés por sus alusiones a ciertos elementos simbólicos del grado, pero que no pueden justificarse por medio de la etimología hebrea. Pero, si se restituye a dicha palabra su forma correcta, descubrimos que su sentido es muy distinto de aquellos que se le atribuyen, pues la palabra en cuestión no es sino una pregunta, y la respuesta sería la verdadera "palabra sagrada" o la "palabra perdida", es decir, el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo. Planteado el problema en estos términos, puede considerarse que la búsqueda está "encaminada", tal como hemos indicado unas líneas atrás, y, por lo tanto, corresponde a cada uno, si tiene la capacidad para ello, el hallar la respuesta y lograr la Maestría efectiva a través de su propio trabajo interior.
Los masones antiguos —habría que decir— conocieron el verdadero nombre de Dios, la forma auténtica de pronunciarlo; pero tal enunciación la hemos perdido, de modo que ahora no sabemos cómo apelar a la Divinidad. ¿Cómo se llama, en realidad, el Gran Arquitecto del Universo? ¿Tiene sentido saber pronunciar su nombre? Si ha de tomarse a la letra esta aseveración, o si solo hemos de asumirla en sus posibilidades simbólicas, el hecho es que lo que se ha perdido, en todo caso, es una suerte de clave añejamente referida como la tabla de Salomón. Sin embargo, la conquista suprema del Maestro masón es, tanto ritualística como efectivamente, la recuperación de la Palabra, porque la que tiene es ciertamente sustituta o de reemplazo, pero no la verdadera.
En el grado del Real Arco se vive esta posibilidad ceremonial, y la palabra encontrada —el complemento del Maestro— y comunicada bajo un AV, alude a estos significados relacionados con el verdadero nombre de Dios. En todo caso, en el mundo de los simbolismos lo que importa son justamente los significados, de modo que la Maestría efectiva no proviene de actos ceremoniales, sino del propio trabajo interior de los masones. Los grados crípticos, en todo caso, representan estos elementos —que el masón reconoce— por medio del noveno arco, el cual esboza lo humano en su manifestación más sublime y elevada que es justamente el valor de la espiritualidad.
Por ello, la búsqueda, encuentro y preservación de la Palabra constituye el mito central de las enseñanzas masónicas, y las ritualidades de los grados crípticos devienen en una fórmula que entona los significados más profundos de la evolución del alma y del espíritu en el empalme con su propio destino.

1 comentario:

Armando Castillo Romero dijo...

Excelentes notas. armandonayarit@gmail.com

A Basic look at Freemasonry and it's Beginings